Sierra de Guadarrama, ventisca durante un atardecer de invierno, 2016.
Después de un pequeño accidente en moto, aprovecho estos días de obligado reposo sin poder salir a escalar y rescato dos imágenes de este invierno que dejé sin publicar.
Aquel día volvía de escalar la Pared del Zabala, una pared de vías cortas de uno o dos largos sencillos que permiten escalar mixto en invierno cuando el tiempo es bastante malo. Días en los que la visibilidad tan reducida y el ruido del viento no permiten comunicarse, haciendo casi imposible escaladas más largas.
A pesar de las ganas que tenía de volver rápido al coche, y aunque mis compañeros de cordada avanzaban muy rápido, hice caso a la vocecita que me pedía darme la vuelta una vez más y no me resistí a fotografiar esas líneas sinuosas descendentes: una marea blanca deslizándose por los planos de las laderas superpuestas, empujando con fuerza hacia abajo y desplazando del encuadre hacia la esquina superior derecha los tonos oscuros de los valles, cada vez más arrinconados según avanzaba la ventisca.