Fascinación por la montaña

Ya no concibo la montaña sin ver y fotografiar su luz, ni acariciar su fisonomía escalándola. Y no hay nada mejor que poder hacer a la vez las dos cosas que te apasionan.

Esta luz tan especial nos la regaló el sol al amanecer de camino a Peñalara para escalar el gran diedro; una luz que se difuminaba al chocar con unas nubes bajas que serían el preludio de una ventisca y una ligera nevada de primavera que haría más interesante la escalada.

Y es que, a veces, no hay más sujeto en una fotografía que la propia luz. En este caso, un placer poder sortear los filtros del ojo humano y la mente consciente confundiendo a la cámara y su sensor de balance de blancos cuando la luz cálida se muestra en la misma escena contra la luz azulada fría de la sombra.

Más tarde, lo que se ve escalando de primero una vía mixta con una réflex al cuello, justo después de poner un seguro intermedio, mirar hacia abajo, apuntar y disparar.

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