Como una tarta con tres capas de chocolate y un centro relleno de chocolate blanco. Esa es la curiosa escena que me encontré aquel día durante el descenso después de escalar la Pared del Zabala.
La ventisca tuvo el capricho de abrir un claro a mi espalda que iluminó el primer plano. En ese momento, las nubes más espesas dejaron en sombra el plano medio, volviendo al bosque de pinos de un tono gris neutro que rodeaba el claro de nieve. Las dos capas de tonos de luz terminaron por contrastar con la oscuridad del bosque del fondo, que además se convirtió en una estupenda pantalla donde se proyectaban los copos de nieve que arrastraba el viento.
Con este regalo de la montaña, solo quedaba aumentar la distancia focal para encuadrar y potenciar la superposición de capas, evitar que el claro del plano medio se solapase con los árboles iluminados del primer plano y dejar más proporción de fondo negro sobre el que destacase la ventisca. El resto lo hizo todo la luz de la montaña, incluida esa desaturación natural del color: el revelado no es en blanco y negro, ni desaturado ni virado, es el color que reflejaba la luz de aquel momento.
Que buenas fotos Antonio, no sabía que salieses a la montaña también. Enhorabuena por el blog y las fotos!
Muchas gracias. Sí, la montaña y la fotografía hace tiempo que son indivisibles para mí, aunque ahora tiene más protagonismo la actividad de montaña que el paisaje. Saludos