Mes: octubre 2015

¿Dar voz a las sombras o tratar la luz como un accidente que se agrega?

¿Dejar que la luz y las sombras delicadas hablen con voz propia en una imagen como ésta? o ¿utilizar los medios para que cada elemento aparezca iluminado con la mejor luz con la que se vería individualmente? ¿Considerar la imagen como un todo? o ¿considerarla como la suma de cosas individuales?

Wölfflin podía estar hablando perfectamente de este tema cuando comparó el «San Jerónimo en su estudio» (Der heilige Hieronymus im Gehäus, Durero, 1514) con «Taller de Pintor» (The Painter’s Studio, Adriaen van Ostade, c. 1670 – c. 1675, Rijksmuseum), refiriéndose al primero como superficie táctil donde domina la forma plástica, y al segundo como dominio de la luz sobre la forma plástica: «En uno todo es límite, superficies táctiles, objetividad escueta; en otro, todo transición y movimiento. La luz tiene la palabra, no la forma plástica: un ambiente de penumbra en el cual se destacan aisladamente algunas cosas, mientras que en el otro diríase que las cosas son lo principal y la luz un accidente que se agrega.»

Imagen táctil o imagen visual

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Con esta curiosa fórmula explicaba Marcel Minnaert por qué el cielo es blanco en el horizonte y más azul en el zénit en un día despejado.

Minnaert fue un astrofísico belga, director del observatorio de Utrecht y reconocido como pionero en el estudio de la espectroscopia. Escribió varios libros sobre óptica, entre ellos, tres volúmenes sobre luz y color en la naturaleza que tituló «De Natuurkunde van ‘t Vrije Veld» (Luz y color en espacios abiertos), publicados poco antes de ser encerrado por los nazis en un campo de concentración hasta 1944.

En «De Natuurkunde van ‘t Vrije Veld», explica que, al ser mayor la capa de aire entre el horizonte y el observador que la capa de aire entre el observador y el zénit, la distancia atenúa las ondas violetas y azules de la luz que nos llega de esa parte del cielo. Esa atenuación contrarresta la dispersión y devuelve a la luz que vemos en el horizonte su color blanco.

 
 

Esta fotografía es un ejemplo de ello. Pero en realidad, cuando la hice, no estaba pensando en eso, sino en resolver el problema de profundidad de campo para mantener muy nítidas las plantas del primer plano y el fondo. Pensé en un «focus stacking» e hice tres fotografías variando el enfoque: la primera, enfocando al primer plano; la segunda, enfocando hacia la mitad de la banda de cantos rodados; la tercera, enfocando a los farallones protagonistas reales de la escena. Después decidí hacer una sola instantánea enfocando a la distancia hiperfocal. Al final me conformé con la instantánea y nunca llegué a montar la fotografía apilada, descartando aquellas tres fotografías inacabadas.

El dilema de elegir una u otra me hizo pensar en los dos métodos y porqué a veces buscamos una nitidez extrema en todos los planos de una fotografía. Me recordó a la diferencia entre imagen táctil e imagen visual que describía Wölfflin en su libro «Conceptos fundamentales de la historia del arte». El libro contiene un análisis detallado de los conceptos esenciales de la transición de la pintura del Renacimiento a la pintura del Barroco; entre esos conceptos, habla de lo lineal (Renacimiento) y lo pictórico (Barroco). Wölfflin distingue entre representación de las cosas «como son» (Renacimiento) y representación de las cosas «como parecen ser» (Barroco). Así, el estilo lineal buscaba representar las cosas como son y no como se ven; en palabras de Wölfflin: «con una precisión sentida plásticamente». En cambio, el estilo pictórico buscaba representar el mundo con la realidad con la que aparece ante los ojos. Eso significa que, como las diferentes partes de un cuadro son vistas desde un único punto y una misma distancia, la visión nítida es algo relativo: distintas cosas requieren diferentes proximidades oculares para verse igual de nítidas. Desde un único punto de vista e igual distancia no podemos ver con el mismo detalle todas las partes que aparecen en un cuadro. El Renacimiento buscaba representar las cosas con la nitidez con la que debían verse de forma individual, poniendo énfasis en lo plástico, en lo táctil; en cambio, el Barroco buscaba representar las cosas como se veían desde ese único punto: lo visual, «visión unitaria». Así lo describía Wölfflin: «Hobein, en sus retratos, persigue hasta en lo más nimio la forma de los encajes y de la orfebrería. Por el contrario, Frans Hals ha pintado alguna vez un cuello de encajes como si fuese un fulgor blanco nada más. No pretendía dar otra cosa que lo recogido por la mirada al pasar sobre el conjunto. Naturalmente, el fulgor ha de parecer tal, que nos convenza de que en definitiva tiene todos los detalles, y que sólo se debe a la distancia la apariencia imprecisa.»

En el caso de esta fotografía, desde donde estamos ¿podríamos ver con detalle la parte más lejana de la banda de cantos rodados sin acercarnos a ella? Desde la misma posición ¿debemos ver con igual nitidez las plantas y los farallones? Un tratamiento apilando diferentes instantáneas con diferente enfoque sería similar a pretender representar cada plano de forma aislada, con todos sus matices y detalles, buscando ese aspecto táctil de cada parte de la fotografía que buscaba el Renacimiento. En cambio, una única instantánea podría compararse al concepto de visión unitaria del Barroco.

Todo esto quizá demuestra que la Fotografía, igual que la Pintura, está sujeta a tendencias, gustos y modas vanguardistas y también reaccionarias.