Mes: agosto 2014

Un deseo: reedición de «Luces de montaña» de Galen Rowell

Es curioso ver cómo ahora, mientras espero impaciente hasta que me digan qué le pasa a mi rodilla, saber que no puedo subir a la montaña hace mucho más fuerte el deseo de volver a pisarla y estar allí arriba fotografiándola.

La nostalgia ha hecho que pase muchos ratos volviendo a ver fotografías que hice de momentos inolvidables en Sierra Nevada —como el de la foto que encabeza este artículo durante un amanecer en Río Seco o la que muestro más abajo de una cordada que seguía mis pasos volviendo aquel día—. También me ha llevado a hacerme con varios libros de Galen Rowell que no tenía y a desempolvar mi copia de «Luces de montaña» para volver a escudriñar cada una de las fotografías que contiene y releer cada uno de los momentos que Rowell describe con maestría.

Cuando compré «Luces de montaña» ya llevaba muchos años agotada y descatalogada la única edición en español (Desnivel, 1995), así que no tuve más remedio que comprar una edición en inglés y buscar una traducción en fuentes «alternativas» para recurrir a ella cuando me encontraba con párrafos de redacción compleja.

Este libro es una gran joya de la fotografía de paisaje de montaña. Rowell explica la luz, habla de técnica, de composición y lo mejor de todo: narra muy bien experiencias y momentos que todo fotógrafo al que le gusta la montaña añora, comparte y entiende perfectamente.

La verdad es que no entiendo bien porqué la editorial no ha vuelto a reeditar la traducción española del libro. Una simple búsqueda por Internet demuestra que hay una plaga de consultas en las que se pregunta por el libro y dónde se puede adquirir una copia. Creo que la expectativa es considerable y me despierta cierta intriga saber la razón que puede haber detrás del hecho de que no se vuelva a reeditar.

Un supuesto motivo para la no reedición podría ser que la editorial Desnivel no tenga la dimensión y los recursos suficientes para poder percibir los deseos y peticiones de sus lectores y del mercado y aprovechar la demanda, o bien que no lo haga por desinterés. Otro supuesto motivo podría ser un problema de autorización de los herederos o los propietarios de los derechos, que no estén permitiendo a la editorial que haga la reedición en nuestro idioma. Otro más, que la editorial no pueda asumirlo económicamente. Si la razón no es el desinterés, pasados tantos años manteniendo la expectativa, lo mejor habría sido que la editorial hubiese hecho un comunicado oficial que desempañase la mala imagen que puede haber cosechado en el público por estar bloqueando la reaparición del libro.

Suponiendo que el problema fuese un riesgo económico que la editorial no pudiese asumir, antes de escribirles con la siguiente sugerencia, me he animado a crear una petición en change.org para que puedan suscribirla todos los fotógrafos y aficionados que desean adquirir una copia de la edición española y la editorial vea que hay cuota de mercado. La sugerencia que hago a la editorial es que, si no desea asumir el riesgo económico de la reedición, cree un proyecto «crowdfunding» para recopilar pedidos y asegurar así ingresos. La petición está accesible a través de este enlace de change.org.

Espero que esta petición anime a la editorial y que podamos ver pronto el libro en las estanterías de las librerías y, sobre todo, que ayude a propagar la pasión por la fotografía, la montaña y el respeto al medio ambiente.

Serpiente de invierno, peñalara 2014

Hace ya muchos meses que la nieve abandonó nuestras montañas, demasiados, y ahora estamos viviendo un impaciente letargo hasta que éstas se cubran otra vez de blanco.

Cuando vuelva la nieve, nuestro escenario preferido se hará otra vez más simple. Las composiciones serán de nuevo más gráficas y minimalistas. La luz será más mágica. Sentiremos de nuevo el frío que añoramos, nuestras pisadas se hundirán con suavidad otra vez y podremos perdernos una vez más en la niebla. Los atardeceres en la montaña serán de nuevo sólo nuestros; nos quedaremos solos cuando el sol se ponga, clavados en la nieve, fotografiando esos mágicos colores que tanto nos gusta contemplar y olvidando todo lo demás.

Esta espera será para mí especialmente dura porque tampoco podré disfrutar la montaña lo que queda de verano. Después de las últimas travesías por la Sierra, mi rodilla ha quedado maltrecha y ahora sólo me queda esperar a que llegue el día de la primera visita a un traumatólogo especialista en problemas de rodilla. Ojalá lo peor sea un reposo obligado unos pocos meses.

Hasta entonces, me conformaré mirando fotografías como ésta del pasado invierno en Peñalara, donde el arroyo de la laguna grande quiere ser como el Guadiana y aparece y desaparece entre la nieve, serpenteando hasta perderse en el prado bajo el circo glaciar, mientras que la luz rasante de un sol ya bajo da textura áspera a la nieve.

Lo que más me gusta de la montaña es sentarse allí arriba y contemplar lo que pasa ante mis ojos en tan poco tiempo. Ésta cambia de estado de ánimo sin avisar y nos muestra distintas caras de la misma escena. Dicen que la luz es determinante en una fotografía, tanto que si ésta desaparece y sólo queda luz dispersa por la niebla pasan cosas como en la siguiente fotografía.

Esperando a las perseidas, verano 2014

Verano verano… una estación un poco regular para la luz, días de pocas nubes y cielos poco interesantes. Será por eso que esta vez me he dedicado más a patear que a fotografiar, de ello dan fe mi rodilla derecha y el color morado de bastantes uñas que espero no perder. La cosa no estaba ni para el mar: ni una sola fotografía de paisaje marino esta vez.

Como no había ni nieve ni neveros, tenía poco interés, pero estando tan cerca decidí subir una tarde-noche al circo de Río Seco en Sierra Nevada y pasar noche en el refugio de Pillavientos. Otra de las cosas malas que tiene el verano es que hay gente por todos lados, y aquí en especial mucho vivac al borde de las lagunas. Esta vez un par de familias (críos incluidos) se acomodaron en la orilla de la laguna grande de Río Seco y el encuadre abierto se fastidió. Al atardecer me las vi y deseé para encontrar un punto de vista que evitara las tiendas, y lo peor, las personas moviéndose por todos lados: paseos con linterna incluida que arruinaron algunas fotografías. Muy distinto al invierno cuando la Sierra se convierte en un paraíso de soledad.

Llegada la «bendita» noche, todos a sus tiendas y la laguna quedó despejada. La luna llena apareció y lo iluminó todo. Empezó a iluminar la cumbre de los raspones y a bajar poco a poco hasta iluminarlos completamente.

Como se suele decir, hay que aprovechar los inconvenientes, así que decidí hacer una fotografía más «montañera» incluyendo una de las tiendas que había.

Ambas tienen poco misterio técnico: luz de luna lateral, sin filtros, apertura grande e ISO 400 para rebajar el tiempo de exposición a 8 minutos, sin ser demasiado bajo para así obtener los trazos de las estrellas.

Después de la sesión, a las 00:00, caminata nocturna hasta el refugio y como siempre: llegando el último cuando todo el mundo duerme y a hacer ruido (procuro que sea poco) para desplegar el saco, aislante, etc; así que voy a acabar haciéndome famoso con la etiqueta de «el jodido que entra siempre a las tantas de la noche a los refugios de Sierra Nevada despertando a los demás».

A las pocas horas lo mismo, 5:45, suena el despertador fastidiando el sueño a los demás, ruido al guardar todos los trastos y camino de vuelta a la laguna. Como era previsible en esta época, y con el sol a espaldas, una luz bastante sosa, ni cinturón de Venus y nada y ningún resultado que me guste para publicar. Otra historia veremos en otoño e invierno.