
Atardecer de invierno en Santillana, Madrid, 2014
Un lugar mágico
Me encanta este lugar cercano a mi casa, a unos 30 kilómetros. Me encantan las posibilidades que tiene, con sus múltiples fondos y sus cambiantes primeros planos. Me hace sentir como un tramoyista que puede elegir cuando y como desea el fondo y el decorado de la escena. Y el hecho de que esté tan cerca me ayuda a volver una y otra vez para descubrir y fotografiar cada día una de sus nuevas caras.
A esta variedad ayuda que el nivel de agua cambia con las estaciones, por lo que los nuevos encuadres con sus respectivos momentos de luz parecen infinitos.
Todas estas condiciones permiten un día utilizar como primer plano una piedra o un conjunto de piedras que acaban de emerger, otro día las líneas suaves que forman los lodos de la orilla cuando baja el nivel, y otro más una simple película de agua, como en esta fotografía.
Otra de las virtudes de este lugar es sus aguas relativamente calmadas, que permiten así obtener llamativos reflejos abstractos de luz y formas.
El lugar lo descubrí por primera vez en un arrebato de nostalgia por el mar al volver de mi tierra tras unas vacaciones de verano en las que estuve fotografiando en otro de mis lugares preferidos, la playa del Molino de Papel, en la costa acantilada entre La Herradura (Granada) y Maro (Málaga). He de reconocer que me decepcionó la primera vez, supongo que porque iría buscando un mar con un horizonte sin fin y unas condiciones que no encontré, cada lugar tiene su personalidad y sus particularidades que no tienen los otros.
Esta fotografía está hecha en un tranquilo atardecer de finales de invierno, esta vez con La Pedriza como telón de fondo, coronada por unos ligeros cirros pintados por el sol, que ya casi se ha puesto pero aún es capaz de regalarnos este espectáculo de color. Al realizar la fotografía en ese momento, el cielo aún conserva más azul de la luz dispersa, por lo que las bandas de color magenta de las nubes destacan más. En otra fotografía de ese mismo día, al disparar ya con el crepúsculo más avanzado, el cielo ya se tiñó por completo de magenta, aportando otro fondo de matiz más uniforme.
A la izquierda está El Yelmo, con 1.717 metros de altura, una mole granítica imponente cuando te acercas, desde su base mide 150 metros de roca con apenas fisuras. Un templo para escaladores.
La Pedriza es un lugar mágico cuyas piedras evocan formas y figuras sorprendentes: elefantes, gatos, un cáliz, caras de personas, caracoles, tortugas,…, hasta el mismísimo dedo de Dios está presente. Algunas son más explícitas y otras requieren un poco más de imaginación.
Aquella tarde no había apenas viento, tampoco pescadores, por lo que la sensación de tranquilidad y de paz era casi sobrecogedora. El silencio implacable apenas se veía roto de tarde en tarde por el revoloteo en el agua de algún ave pescando su cena, un sonido que, lejos de alborotar, añade más sensaciones de calma a la escena, pues el contraste cuando se hace de nuevo el silencio es aún más impresionante y relajante.
Composición
La composición es sencilla, con pocos elementos, lo que ayuda a transmitir la sensación de paz del lugar y del momento. Con un encuadre vertical para evitar que aparezcan demasiados elementos a los lados, el peso principal recae en una zona un poco mayor que el tercio superior, donde hay más elementos (montaña, nubes y variedad de color). Para compensar ese peso visual de la zona superior y rellenar el primer plano, agité el agua para crear esas ondas que atraen la mirada levemente a la zona inferior y que aportan mucha suavidad a la escena, reforzando la sensación de tranquilidad y silencio.
Además de utilizar el encuadre vertical, los 24mm (38 eq) de distancia focal que utilicé también ayudaron a evitar incluir más elementos que transformasen la simplicidad de la escena, a la vez que esa distancia focal permitió conservar el fondo a un tamaño que no hiciera perder su grandeza. Con un ultra gran angular el fondo se habría reducido demasiado, o habrían entrado en la escena elementos laterales que no deseaba que aparecieran.
Técnica
La fotografía está hecha con una velocidad relativamente alta (1/20) para poder conservar el detalle de las ondas, en otro caso, con una velocidad excesivamente baja las ondas se perderían y el agua sería una película de agua totalmente plana.
La hora crepuscular (el crepúsculo civil) hacía que la escena tuviera ya poca luz, por lo que para mantener esa velocidad según pasaban los minutos, fui incrementando la sensibilidad ISO. Esta fotografía está hecha al principio del crepúsculo, por lo que el ISO 100 aún era suficiente.
En cuanto apertura, la fotografía está a f11, la apertura que más suelo utilizar en paisaje, un buen compromiso entre profundidad de campo y difracción. Cuando ya no fue posible mantener esa velocidad subiendo ISO, como la escena tampoco requería una profundidad excesiva, incrementé la apertura del diafragma poco a poco hasta 5.6
Por último, respecto a exposición, manual y medición puntual en el cielo con 2+2/3 puntos más de tiempo de exposición para conservar toda la luz posible en el RAW, más otros tres pasos más para compensar el uso de un filtro Lee degradado neutro hard de tres pasos.