Mes: marzo 2014

¿Qué es la luz? ¿qué es el color? El espectro visible

Como ya decía en mi artículo previo, lo primero que quería recoger sobre teoría básica para entender imágenes digitales era una definición de la luz y del color. Espero llegar a hacerlo con este artículo.

¿Qué es la luz?

Para hablar del color primero hay que entender qué es o a qué llamamos luz. Curiosa pregunta, ¿verdad?, intenta pensar tu respuesta antes de seguir leyendo, ¿cómo explicarías qué es la luz?.

La luz no es más que la radiación electromagnética que emite un objeto, bien porque la genera (sol, fuego, filamento incandescente, cuerpo fluorescente o cualquier otro elemento similar o derivado), o bien porque la refleja.

Los cuerpos incandescentes generan luz

Ya creo que es llegar mucho más allá, pero por no dejarlo sin respuesta, la explicación básica de por qué el sol, el fuego, las bombillas, y en general cualquier cuerpo incandescente genera nuestra querida luz, además de generar radiación térmica, es que la alta temperatura provoca reacciones en las partículas de los átomos de dichos cuerpos y dicha reacción termina liberando una radiación electromagnética que se emite tanto en ondas visibles como no visibles por nuestros ojos. De esto justo vamos a hablar a continuación. Así que estos cuerpos nos dan calor y nos iluminan (qué poético).

Para los aún más curiosos sobre temas de física, hablando de ondas visibles y no visibles y del espectro que comento a continuación pero generado por una estrella diferente a nuestro sol, echad un vistazo a «Las líneas de Pickering-Fowler» que José Manuel Morales, mi compi de trabajo y antiguamente de la Universidad de Granada, comenta en su blog de física El zombi de Schrödinger.

Espectro visible

Siguiendo con los tecnicismos, la radiación electromagnética es una combinación de campos magnéticos y eléctricos que se propagan a través del espacio, transportando energía de un lugar a otro. Es decir, lo que vemos no es más que energía que nos llega de un objeto que la irradia. Y nuestros ojos actúan como receptores de movimientos de cargas eléctricas que llegan a ellos mediante ondas.

La radicación se emite pues mediante ondas, y una onda tiene una determinada longitud. De toda radiación electromagnética que emiten los objetos, denominamos luz a la que es visible, es decir, la que pueden captar nuestros ojos y nuestra mente traduce a información. Aquí es donde entra en juego el espectro visible, que no es más que la radiación electromagnética que nuestro ojo es capaz de percibir por tener una longitud de onda en un rango o espectro concreto.

Por tanto, aunque nos llega radiación con cualquier longitud de onda, la que nuestro ojo es capaz de ver es la que denominamos luz. El rango de longitudes de onda que somos capaces de ver es lo que llamamos espectro visible, más concretamente, espectro electromagnético visible.

¿Qué es el color?

El color no es más es la percepción en nuestro ojo de una radiación electromagnética con una determinada longitud de onda y cómo la interpreta nuestro cerebro traduciéndola a un color u otro.

Como vimos antes, el espectro visible es el rango de radiación electromagnética que podemos ver y que incluye la radiación emitida con una longitud de onda que va desde 400nm a 700nm (aproximadamente, ya que algunos perciben longitudes con un espectro algo más amplio tanto arriba como abajo).

La longitud de onda más baja corresponde al violeta, y la longitud de onda más larga corresponde al rojo. La longitud de onda junto a su velocidad determina la frecuencia de cada onda y cuando más longitud tenga una onda, menor será su frecuencia. De ahí que si hablamos en términos de frecuencia de onda en el espectro visible, el rojo es la radiación electromagnética que menor frecuencia tiene (baja frecuencia), y el violeta es la radiación que más frecuencia tiene (alta frecuencia).

Por tanto, en estos términos, la radiación que hay con menor frecuencia que el rojo (más baja que el rojo, es decir, radiación más abajo que el rojo en el espectro medido en frecuencias) recibe el nombre de luz infrarroja. Y la radiación que hay más allá (más alta) que la violeta recibe el nombre de ultra violeta. Estas radiaciones son las que nuestro ojo no es capaz de captar.

Los seis colores del espectro visible

Si nos centramos en el espectro visible, tenemos radiación con longitud de onda que representa los siguientes seis colores, mejor llamados matices o croma (de menor a mayor longitud de onda, de mayor a menor frecuencia de onda): violeta, azul, verde, amarillo, naranja y rojo. Y entre cada uno sus transiciones o mezclas.

Espectro visible

Espectro visible

Sobre si los colores básicos del espectro visible son seis o siete hay mucha literatura. En origen, Newton incluía un séptimo color entre el azul y el violeta llamado «índigo», también denominado añil. Las teorías más modernas dejan el espectro en los seis colores que comentaba antes. De la clasificación de siete colores, relacionada con el arcoíris, viene su representación y la famosa bandera.

Blanco y negro

Además de estos seis colores, también tenemos que incluir el blanco y el negro, que aunque comúnmente los denominamos colores, en realidad no son colores que se correspondan con radiación con una determinada longitud de onda. El negro no es luz, sino su ausencia, por tanto, si vemos un objeto de color negro, estaríamos hablando de un objeto que no refleja la luz que se proyecta sobre él.

Y sobre el blanco, tampoco sería exactamente un color, de hecho, es acromático, y al contario que el negro, es la máxima claridad. Estaríamos hablando de la combinación de los seis colores anteriores, es decir, la combinación de todas las radiaciones de longitud de onda pertenecientes al espectro visible.

Por qué vemos los objetos de color

El sol, como todas las estrellas, emite luz blanca. Cuando la luz blanca choca en los objetos que vemos, una parte se absorbe y otra se refleja. Un objeto que vemos de un color concreto, por ejemplo azul, no es más que un objeto que refleja sólo las radiaciones con longitud de onda que vemos como azul y absorbe todas las radiaciones con longitud de onda correspondientes a los cinco colores restantes. Es decir, el objeto refleja las ondas con longitud correspondiente al azul, nuestro ojo capta esas longitudes y nuestro cerebro la convierte en lo que interpretamos como azul.

El resto de colores puros seguirían el mismo patrón de absorción y reflexión, y las mezclas o matices intermedios consistirían en varias longitudes de onda reflejadas con diferentes intensidades.

Grises

La gama de grises sería una escala situada entre el negro (ausencia de luz) y el blanco (máxima luminosidad). Es acromático y está compuesto, al igual que el blanco, de todas las longitudes de onda.

Los objetos que percibimos como grises absorben cierta cantidad de luz blanca y reflejan radiaciones de todas las longitudes de onda y no sólo de unas en concreto, por eso, la luz que reflejan deja de ser blanca pero no toma un matiz o croma determinado, sigue siendo blanca pero con menor luminosidad, es decir, gris. Los objetos que vemos más grises absorben más luz, y los que vemos menos grises, absorben menos luz.

En fotografía, el gris medio es aquel en el que el objeto de dicho «color» absorbe el 82% de la luz que recibe y sólo refleja el 18% restante.

Rueda de color o círculo cromático

Partiendo de estos seis colores del espectro visible vamos a llegar a la rueda de color o círculo cromático que vemos más frecuentemente en fotografía y al concepto de los colores adyacentes y complementarios.

Si estas radiaciones o colores los llevamos a una rueda juntando los extremos de este espectro o banda, tendremos lo siguiente:

Rueda de color

Rueda de color

Con esta rueda ahora podemos ver lo que significan e implican los colores adyacentes y los opuestos o complementarios. Los adyacentes de un color son los colores que están a uno y otro de sus lados en la rueda. Y ¿qué significan para nosotros en fotografía estos adyacentes? Son los matices a los que puede virar un color dado si lo mezclamos con el siguiente adyacente (podemos denominarlos adyacentes secundarios). Por ejemplo, el rojo puro tiene como adyacentes secundarios el amarillo y el azul. Si lo mezclamos con amarillo, su matiz va virando del rojo puro al adyacente inmediato, es decir, el naranja. Si lo mezclamos con el azul, su matiz va virando al violeta, que es su adyacente inmediato. Esto es lo que obtenemos con los controles de matiz que suelen venir incorporados en los reveladores RAW.

Como podemos ver en la rueda y en la banda del espectro visible, los adyacentes de cada color del espectro son:

  • Violeta: rojo en un lado y azul en el otro
  • Azul: violeta a un lado y verde al otro
  • Verde: azul a un lado y amarillo al otro
  • Amarillo: verde a un lado y rojo al otro
  • Naranja: amarillo a un lado y rojo al otro
  • Rojo: amarillo a un lado y violeta al otro

Utilizando estos adyacentes, los matices a los que virarían los colores son (intentaré utilizar unos nombres de colores intermedios más o menos estándar, si es que existen o los conozco):

  • Violeta: magenta si mezclamos con rojo, añil o índigo si mezclamos con azul.
  • Azul: añil o índigo si mezclamos con violeta, cian si mezclamos con verde.
  • Verde: cian si mezclamos con verde, lima si mezclamos con amarillo.
  • Amarillo: lima si mezclamos con verde, ocre amarillento o bien ocre anaranjado o amarillo anaranjado (no hay un nombre que sepa exactamente para este color intermedio) si mezclamos con naranja.
  • Naranja: el antes comentado si mezclamos con amarillo, rojo anaranjado o naranja rojizo (tampoco existe o conozco un nombre para este color intermedio) si lo mezclamos con rojo.
  • Rojo: idem si lo mezclamos con naranja, magenta si lo mezclamos con violeta.

Además de que los adyacentes determinan los matices a los que puede variar un color cuando lo mezclamos con su siguiente adyacente, el uso en fotografía de una paleta de colores adyacentes se traduce en una armonía visual, una fotografía que no tiene tensión visual.

Los opuestos los podemos ver mejor en la rueda con las flechas que he incluido, son los que caen en el lado contrario, y en este caso coinciden con el modelo de color RYB:

  • Violeta – amarillo
  • Azul – Naranja
  • Verde – Rojo

Y que sean opuestos implica, fotográfica y visualmente, que van a contrastar más cuando los veamos juntos en una fotografía o en una ilustración, creando dinamismo y tensión visual.

Tono y saturación

Hasta ahora hemos visto lo que es el matiz o croma. Nos queda ver qué son las otras variables relacionadas con el color que utilizamos en fotografía. Los tres conceptos (matiz, tono y saturación) son los que en otro artículo utilizaremos para explicar los modelos de color, y en especial el modelo HSL (hue – matriz, saturation – saturación, lightness – luminosidad, luminancia o tono), donde la saturación la expresaremos entre matiz puro en un extremo y gris medio en el otro.

El tono es un concepto que depende del modelo en el que se representa. En fotografía lo entendemos mejor como una escala entre el negro y el blanco, que es la que sigue el modelo HSL, por eso he escogido ese modelo para un futuro artículo.

La saturación también depende del modelo, de nuevo, es en el modelo HSL donde mejor encaja con el entendimiento general en fotografía, que es una escala de valores comprendidos entre el matiz o croma puro (el color puro) y el gris medio.

Sobre el tono, hay una explicación muy curiosa que me encontré en el libro «El fotógrafo completo» de Tom Ang y que me costó entender. En la introducción da una definición de lo que llama «las dimensiones de la fotografía», indicando que nuestro estilo visual está basado en, al menos, siete dimensiones. Esas dimensiones yo las entiendo más como variables a las que damos un valor u otro para hacer una fotografía con nuestro propio estilo. Una de esas dimensiones indica que es la tonalidad. Y aquí viene lo curioso, lo explica indicando que en un extremo de la tonalidad tenemos el blanco y negro y en el otro un solo tono y no millones de tonos. En realidad está hablando del contraste. Según nuestro estilo y la foto que queremos obtener, podemos llegar en un extremo a jugar con el contraste hasta el máximo, obteniendo una fotografía donde las sombras y negros se irían hasta el negro profundo, y los blancos y altas luces se irían al blanco. Obtendríamos una imagen en dos «colores», blanco y negro (que no grises, es decir, no habría grises ni colores más o menos saturados, sólo píxeles o puntos blancos y negros). Si os imagináis el ying y el yang, esa sería una fotografía (o mejor dicho ilustración) que sólo emplea blanco y negro. Os comento que esos máximos y mínimos serían teóricos, con esto me refiero a que no vais a encontrar escalas o controles de contraste en los reveladores o editores que jueguen con esos dos extremos. Hablando de imagen digital, teóricamente aplicaríamos un algoritmo que, a partir de un valor pivote o un umbral, tome todos los píxeles por debajo de ese umbral y los lleve al negro, y los píxeles con valor igual o por encima de ese umbral los lleve a blanco.

Por otra parte, en el extremo opuesto de la dimensión que explica Tom Ang, si reducimos el contraste al mínimo, estamos transformando todos los píxeles, tanto negros y sombras como blancos y altas luces a un solo valor, bien un gris medio, un blanco o un negro. La única imagen posible entonces es un lienzo completamente gris, blanco o negro.

Si tenéis oportunidad de haceros con el libro, os comento que para mí fue interesante ver cómo muestra la forma en que trabajan profesionales de cada una de las temáticas de fotografía.

Teoría básica para entender cómo funcionan las imágenes digitales

Con esta entrada me he animado a publicar una serie de artículos sobre conceptos teóricos que ayuden a entender cómo funcionan las imágenes digitales y cuáles son sus bases. Como siempre, el objeto de este blog es dejar por escrito mis reflexiones, mis ideas y mis conocimientos sobre fotografía y sobre técnica, fundamentalmente para sintetizarlos y ordenar las ideas en mi cabeza al redactarlos, y ya de paso, dejarlo por escrito para todos y ayudar a quien quiera echarles un vistazo.

Seguramente más de uno se sorprenda de hasta dónde puede llegar un blog de fotografía como éste, pero la explicación a todo esto viene de algo que mi mujer definía así: «cada vez que te pones con algo parece que fueses a hacer un máster». Lo que traduzco en que mi curiosidad a veces me llega a dar miedo.

De dónde vienen mis conocimientos técnicos

Lo que pretendo escribir en estos artículos viene fundamentalmente de dos sitios, primero, de lo que recuerdo de mis tiempos de carrera universitaria, y segundo, de todo aquello que leo en los libros que cada día van haciendo crecer más y más mi biblioteca y en las múltiples páginas que pueblan Internet.

Visión robótica

Sonará raro, pero mi primer contacto con la teoría de la imagen viene de una asignatura llamada «Visión Robótica». Es curioso que sea ahora, con un hobby, con el que esté sacando más partido a lo que estudié en esta asignatura, entre muchas cosas que incluía: elementos de percepción visual, espacios de color, formatos de almacenamiento de imagen digital, histograma (tipos, transformaciones), operaciones con píxeles, filtros (los famosos paso bajo y paso alto mediante la transformada de Fourier), detección de fronteras y reconocimiento de patrones, y un largo etcétera.

¿Y qué tiene que ver el mundo de los robots con la fotografía? En realidad se relacionan a través de la imagen digital, más concretamente, a través del procesamiento de la imagen digital. La visión robótica abarca, por lo menos en aquella asignatura, la captación y procesamiento de imágenes digitales. Como decía antes, aplicaciones particulares podrían ser la capacidad de una máquina de ver y de reconocer objetos. Ésta se produce a través de algoritmos que toman la imagen y determinan las fronteras o contornos de los objetos que hay en la imagen. Una vez determinados los contornos, su forma se compara con las formas almacenadas en una base de datos del sistema de reconocimiento visual (la parte del susodicho robot que tiene visión) y cuando encuentra una coincidencia, establece el tipo de objeto que «sabe» que es, es decir, si la base de datos tiene almacenado el contorno de un coche y el robot ve un coche, tras simplificar la imagen y obtener el contorno y determinar que coincide con esa entrada en la base de datos, determinará que es un coche.

¿Tiene aplicaciones prácticas? Bastantes. Por ejemplo, un sistema de seguridad perimetral en un edificio o en el hogar podría detectar por barreras infrarrojas o microondas que alguien se está moviendo ahí fuera, y un sistema de visión robótica integrado en el sistema de seguridad sería el encargado de verificar si se trata de una persona, de un pájaro o de un perro, y generar una alarma sólo en el caso de tratarse de una persona. Útil en una finca en el campo para evitar falsas alarmas, ¿verdad?.

Bueno, del mundo de la robótica creo que ya está bien para ser éste un blog de fotografía.

Una extensa biblioteca de fotografía

El segundo origen de toda la información que me gustaría reflejar en esta serie de artículos es más cercano a lo que nos gusta. Libros y libros de todos los temas que abarca la fotografía: composición, técnicas de exposición, libros generales, libros más específicos, de autores como Michael Freeman, Bryan Peterson, Eduardo Momeñe, nuestro José B. Ruiz, y un largo etcétera. A éstos les sumo, aunque poco o nada técnicos y más artísticos (como a mí me gusta más), porfolios de fotografía de grandes autores como Ansel Adams, Edward Weston, Edward Curtis, Koudelka, Galen Rowell, Sebastiao Salgado, y otro largo etcétera.

¿Qué pretendo recoger en esta serie de artículos?

Para empezar, lo más básico de la fotografía: qué es en realidad la luz. Antes de leerlo, ¿sabríais dar una explicación de qué es la luz?.

En ese mismo artículo, ya que están muy relacionados los dos conceptos, me gustaría hablar del color, vuelta a la pregunta básica, ¿qué es el color? ¿cómo lo explicarías? Piénsalo antes de leer el artículo.

Ese primer artículo es la base de la fotografía, ya que, recordemos, su significado es «escribir con luz».

En un siguiente artículo, encadenando lo que habremos visto sobre luz y color, me gustaría hablar de cuatro fenómenos que a los fotógrafos de paisaje nos suele gustar recoger: la hora dorada, la hora azul, el cinturón de venus y la sombra de la tierra. Trataré de recoger una explicación con mis palabras de lo que significan y qué hay detrás de ellos.

Más adelante, en otro artículo, me gustaría hablar de los modelos de color más comunes que existen (RGB, CYMK, HSV y HSL), intentando establecer una relación con la luz. Sobre los modelos de color, en ese artículo me gustaría centrarme en el modelo RGB como base de la imagen en el monitor, el modelo CYMK como base de la imagen en papel y el modelo HSL, que creo que es el más adecuado para hablar de reveladores RAW y editores de imagen y así explicar los controles más básicos que tenemos a nuestro alcance en ellos.

Hablando de controles de los reveladores, también intentaré explicar un tema que a mí me parecía confuso al principio y mezclaba equivocadamente: qué es la temperatura de color y porqué al mover este control obtenemos lo que nos parece un resultado inverso. Trataré de explicar que la temperatura de color no tiene nada que ver, o más bien sigue el orden inverso a nuestra clasificación de colores cálidos y colores fríos, y de dónde viene el uso de la palabra «temperatura» cuando hablamos de color.

Luego intentaré ir explicando conceptos ya más tangibles y relacionados con la fotografía, y en algunos casos mejor dicho, con la imagen digital o la fotografía digital: histograma, medición de la luz y exposición, técnica básica de cálculo de iluminación con flash y con linterna en paisaje, la luz polarizada y el filtro polarizador, y otro más largo etcétera.

Bueno, pues por hoy ya está bien, mucho texto sólo para decir lo que me gustaría hacer, esperemos que no quede en el cuento de la lechera.

Una vez más, si has soportado esta verborrea hasta aquí, muchas gracias.

Artículos

Más de «un lugar para reflexionar»

Hoy añado dos nuevas fotografías a mi colección «Un lugar para reflexionar«, un sitio del que ya escribí un artículo aquí.

Pantano de Santillana #29

Pantano de Santillana #29

Esta primera fotografía está hecha en un atardecer de invierno de hace pocos días, con una luz crepuscular ya muy suave.

Aunque estuve trabajando el encuadre un buen rato, al final decidí reflejar en éste la correspondencia de formas entre la piedra y el cerro, protagonista real de la fotografía.

La luz débil y el suave contraste  en el cerro se deben a que el sol estaba a 45º de la dirección del objetivo. Me gusta disparar al menos a ese ángulo durante el crepúsculo para así evitar que haya mucho contraste de luz, el color y la luz son más suaves y el resultado final me agrada más que un fuerte contraluz, creo que hace que la fotografía sea más relajante y refleja más un momento delicado.

Para potenciar más el color he utilizado dos filtros degradados de color, para el cielo, un filtro Lee Mahogany, me gusta el matiz rojizo que tiene para potenciar la hora crepuscular. Y para el agua he utilizado un filtro Hitech violeta.

Pantano de Santillana #30

Pantano de Santillana #30

Esta segunda fotografía también está hecha en un atardecer de invierno de hace poco. Aunque en mi cabeza tengo este encuadre con un cielo mucho más cargado y oscuro, el resultado es el que es hasta lograr hacer esa otra fotografía. El primer plano queda algo pobre cuando en realidad no lo es, pero requeriría disparar hacia otro lugar para potenciar su textura, ya que el viento tumba la hierba hacia donde apunta la cámara y no queda tan uniforme como realmente es y como me gusta más. El siguiente reto será conseguir una fotografía así pero utilizando como primer plano directamente el agua con una fina película, o bien los lodos que se formarán y se tintarán de cyan en el siguiente verano y otoño.

Un lugar para reflexionar

Ya apuntaba con mi artículo anterior que me encanta este lugar. Supongo que todos tenemos un lugar talismán, nuestro campo de pruebas, al que nos gusta volver una y otra vez para aprender a ver cómo cambia la luz con las estaciones, la hora del día, el clima.

Lo mejor de este lugar es que no es estático, así que es difícil que me pueda llegar a cansar. La variabilidad del nivel de agua siempre aporta nuevos primeros planos y nuevos retos.

Para mí este lugar no sólo representa un elemento puramente artístico en el que las fotografías muestran características plásticas, disposiciones, orden de elementos, en definitiva, no sólo placer visual, representa una sensación muy especial y por eso lo llamo «un lugar para reflexionar», porque es un lugar que me permite huir del ajetreo de las masas, huir de la realidad, me ayuda a olvidar los conflictos del trabajo cotidiano y me ayuda a meditar, a desacelerar este frenético ritmo de vida, a buscar momentos más pausados, a disfrutar de cómo las ideas y los pensamientos se van cocinando a fuego lento en mi cabeza y llegan a elaborarse lentamente, de forma completa.

De este lugar ya conservo un buen conjunto de fotografías, me temo que algunas (o bastantes, espero) se salen de los cánones, de las reglas. Esto se debe a que reflejan un estado de ánimo distinto, más melancólico. He recopilado las más representativas aquí.

La siguiente fotografía representa la calma, orden, un momento de tranquilidad. Todo el encuadre está lleno, cada hueco es ocupado por un elemento que le da sentido y armonía, ya que está despejado y no hay elementos abarrotados.

Pantano de Santillana #1

Pantano de Santillana #1

Ésta otra representa el misterio, el fondo refleja un hecho inesperado que rompe la calma y la oscuridad.

Pantano de Santillana #3

Pantano de Santillana #3

En cambio, ésta aporta la visión de una tarde apoteósica, un final de orquesta a lo grande, al estilo del Bolero de Ravel y su gran acorde disonante y derrumbe final.

Pantano de Santillana #5

Pantano de Santillana #5

Este cálido atardecer de finales de invierno es de las pocas veces que me atrevo a incluir el sol en el encuadre. El que no tenga elementos en primer plano me relaja aún más, esas ondas en el agua, con una sensación de silencio y de bienestar.

Pantano de Santillana #7

Pantano de Santillana #7

Estas otras tres creo que representan bien el estado que sufría en ese momento: melancolía, tristeza sosegada. Por eso huyo en ellas de elementos que recarguen el encuadre y busco el vacío en el cielo o en el primer plano.

Escribiendo sobre todo esto, me viene a la cabeza lo extraño que es el comportamiento, el misterio del estado de ánimo, con estos cambios repentinos entre euforia y energía, que, al no sostenerse sobre algo real, cae repentinamente a la tristeza más indescriptible.

Atardecer de invierno en Santillana, Madrid, 2014

Atardecer de invierno en Santillana, Madrid, 2014

Atardecer de invierno en Santillana, Madrid, 2014

Un lugar mágico

Me encanta este lugar cercano a mi casa, a unos 30 kilómetros. Me encantan las posibilidades que tiene, con sus múltiples fondos y sus cambiantes primeros planos. Me hace sentir como un tramoyista que puede elegir cuando y como desea el fondo y el decorado de la escena. Y el hecho de que esté tan cerca me ayuda a volver una y otra vez para descubrir y fotografiar cada día una de sus nuevas caras.

A esta variedad ayuda que el nivel de agua cambia con las estaciones, por lo que los nuevos encuadres con sus respectivos momentos de luz parecen infinitos.

Todas estas condiciones permiten un día utilizar como primer plano una piedra o un conjunto de piedras que acaban de emerger, otro día las líneas suaves que forman los lodos de la orilla cuando baja el nivel, y otro más una simple película de agua, como en esta fotografía.

Otra de las virtudes de este lugar es sus aguas relativamente calmadas, que permiten así obtener llamativos reflejos abstractos de luz y formas.

El lugar lo descubrí por primera vez en un arrebato de nostalgia por el mar al volver de mi tierra tras unas vacaciones de verano en las que estuve fotografiando en otro de mis lugares preferidos, la playa del Molino de Papel, en la costa acantilada entre La Herradura (Granada) y Maro (Málaga). He de reconocer que me decepcionó la primera vez, supongo que porque iría buscando un mar con un horizonte sin fin y unas condiciones que no encontré, cada lugar tiene su personalidad y sus particularidades que no tienen los otros.

Esta fotografía está hecha en un tranquilo atardecer de finales de invierno, esta vez con La Pedriza como telón de fondo, coronada por unos ligeros cirros pintados por el sol, que ya casi se ha puesto pero aún es capaz de regalarnos este espectáculo de color. Al realizar la fotografía en ese momento, el cielo aún conserva más azul de la luz dispersa, por lo que las bandas de color magenta de las nubes destacan más. En otra fotografía de ese mismo día, al disparar ya con el crepúsculo más avanzado, el cielo ya se tiñó por completo de magenta, aportando otro fondo de matiz más uniforme.

A la izquierda está El Yelmo, con 1.717 metros de altura, una mole granítica imponente cuando te acercas, desde su base mide 150 metros de roca con apenas fisuras. Un templo para escaladores.

La Pedriza es un lugar mágico cuyas piedras evocan formas y figuras sorprendentes: elefantes, gatos, un cáliz, caras de personas, caracoles, tortugas,…, hasta el mismísimo dedo de Dios está presente. Algunas son más explícitas y otras requieren un poco más de imaginación.

Aquella tarde no había apenas viento, tampoco pescadores, por lo que la sensación de tranquilidad y de paz era casi sobrecogedora. El silencio implacable apenas se veía roto de tarde en tarde por el revoloteo en el agua de algún ave pescando su cena, un sonido que, lejos de alborotar, añade más sensaciones de calma a la escena, pues el contraste cuando se hace de nuevo el silencio es aún más impresionante y relajante.

Composición

La composición es sencilla, con pocos elementos, lo que ayuda a transmitir la sensación de paz del lugar y del momento. Con un encuadre vertical para evitar que aparezcan demasiados elementos a los lados, el peso principal recae en una zona un poco mayor que el tercio superior, donde hay más elementos (montaña, nubes y variedad de color). Para compensar ese peso visual de la zona superior y rellenar el primer plano, agité el agua para crear esas ondas que atraen la mirada levemente a la zona inferior y que aportan mucha suavidad a la escena, reforzando la sensación de tranquilidad y silencio.

Además de utilizar el encuadre vertical, los 24mm (38 eq) de distancia focal que utilicé también ayudaron a evitar incluir más elementos que transformasen la simplicidad de la escena, a la vez que esa distancia focal permitió conservar el fondo a un tamaño que no hiciera perder su grandeza. Con un ultra gran angular el fondo se habría reducido demasiado, o habrían entrado en la escena elementos laterales que no deseaba que aparecieran.

Técnica

La fotografía está hecha con una velocidad relativamente alta (1/20) para poder conservar el detalle de las ondas, en otro caso, con una velocidad excesivamente baja las ondas se perderían y el agua sería una película de agua totalmente plana.

La hora crepuscular (el crepúsculo civil) hacía que la escena tuviera ya poca luz, por lo que para mantener esa velocidad según pasaban los minutos, fui incrementando la sensibilidad ISO. Esta fotografía está hecha al principio del crepúsculo, por lo que el ISO 100 aún era suficiente.

En cuanto apertura, la fotografía está a f11, la apertura que más suelo utilizar en paisaje, un buen compromiso entre profundidad de campo y difracción. Cuando ya no fue posible mantener esa velocidad subiendo ISO, como la escena tampoco requería una profundidad excesiva, incrementé la apertura del diafragma poco a poco hasta 5.6

Por último, respecto a exposición, manual y medición puntual en el cielo con 2+2/3 puntos más de tiempo de exposición para conservar toda la luz posible en el RAW, más otros tres pasos más para compensar el uso de un filtro Lee degradado neutro hard de tres pasos.

Dunas de hielo #1

Dunas de hielo #1

Dunas de hielo #1, Sierra Nevada, invierno 2013

Estos caprichos del viento se forman más allá de la estación de esquí de Sierra Nevada, en la ruta que lleva desde Borreguiles Altos hasta la divisoria de mares que incluye los Tajos de la Virgen (3.239 m), el Tozal del Cartujo (3.152 m) y los Tajos Altos (3.113 m), pasando por la cuna del río Dílar, lugar donde está hecha esta fotografía.

Aunque tiene una composición sencilla con apenas elementos, la fotografía esconde más sensaciones de las que parece. Su composición minimalista refleja muy bien las sensaciones del lugar: soledad, silencio. Cuando hice esa ruta sólo me encontré en todo el día a una pareja de alpinistas que bajaban cuando yo estaba aún de camino. ¿Quizá alguno sería el hombre misterioso que dejó ese solitario rastro de pisadas sobre la duna de nieve?.

Ésta es para mí la razón principal de la fotografía de naturaleza, ese contacto en soledad, una tremenda desconexión de la realidad. Además, experiencias como éstas son el mejor remedio anti-stress, algo vital después de una época mala de trabajo, mucho más que ponerte con un martillo a demoler el interior de un edificio, mano de santo, vuelves nuevo.

En la siguiente entrada hablo un poco más de estas rutas de montaña en invierno en busca de nuevos encuadres y sensaciones: Peñalara, invierno 2014.

Composición

A nivel compositivo, como decía, no tiene mucho. Estuve un buen rato trabajando diferentes encuadres de las distintas formas abstractas que creaban las líneas y las zonas de sombra, con y sin horizonte, encuadres horizontales y verticales, etc. Me llevé una buena colección de la que he hecho una selección representativa en mi galería en la serie Dunas de hielo.

Luz

El momento de luz es importante en cualquier fotografía, en ésta, el sol ya empezaba a bajar, haciendo emerger esas sombras del fondo y dando más textura a la nieve en primer plano. Aún quedaba 1 hora y 45 minutos para la puesta de sol.

Técnica

Canon 60D, 10-22mm, distancia focal 10mm (16mm eq.), f11, 1/80 e ISO100, WB automático, manual con medición puntual a la nieve en el plano medio.

Filtro Polarizador Hoya para obtener más saturación de azul en el cielo y eliminar reflejos en la nieve.

Génesis, de Sebastião Salgado

Ayer estuve en el Caixa Forum de Madrid viendo la exposición Génesis, de Sebastião Salgado, y no quería dejar la ocasión de escribir una breve reseña mi visita.

La exposición está dividida en temáticas por áreas geográficas o especiales: Antártida, África, Santuarios, Amazonas, Tierras del Norte. Dado que el paisaje es lo que más me gusta, las temáticas que más me han entusiasmado han sido Antártida y Tierras del Norte. Aunque es un dato subjetivo, diría que la distribución de la exposición es 40% paisaje (con o sin fauna integrada) y 60% retrato de tribus y fauna.

En unas dos horas estuve bastante entretenido mirando y analizando esas asombrosas fotografías de grandes paisajes de la Antártida y de las Tierras del Norte (Alaska, Canadá, …), que con su impresión en gran tamaño es como mejor se observan. Fui solo para disfrutarla completamente, a mi ritmo y para concentrarme mejor en cada una: luz, composición, imaginando las decisiones que Salgado había tomado y la intención detrás de ellas. Mientras me embelesaba con aquellos paisajes minutos y minutos, podían pasar detrás de mi decenas de personas que apenas se detenían unos segundos. Aun a esa diferente velocidad, no podía evitar oir los comentarios acerca de las fotografías que hacían las personas que me iban rodeando, y no niego que llegaban a despistarme un poco: «ahí estuvo María de viaje de novios», «!2,5 metros, vaya animalaco!». Está claro que a cada uno, en función de sus experiencias personales, cada fotografía nos evoca sensaciones muy diferentes.

Aunque el B&N siempre me ha gustado y me gustará, he de reconocer que con esta exposición me he dado cuenta de que el color aporta una capa de información que ayuda mejor a analizar las condiciones de la toma y de luz y que aquí no tenía.

Hay otra cosa que me sorprendió, y es el de horizontes caídos. Aunque hay bastantes fotografías que deben haberse tomado desde avioneta o helicóptero (incluso desde globo comenta el libro) donde es difícil llegar a nivelar el horizonte, hay otras que claramente están tomadas desde tierra, y uno se pregunta qué ha motivado al autor a inclinar el horizonte, qué quería transmitir con ello. Lo mismo para otras decisiones compositivas que también nos deja con la curiosidad de saber qué ha querido reflejar con ello: aquí es donde más he disfrutado, analizando y viendo esas decisiones compositivas y entendiendo qué es lo que el autor ha querido provocar en ellas.

También me ha sorprendido ver algunas fotografías con el horizonte centrado (como a mí me suele gustar), sin una razón aparente de armonía detrás de ello, otra incógnita interesante que me llevo.

Hay dos fotografías que me han gustado especialmente por su composición bastante lograda: una colonia de pingüinos en un encuadre encajonado y sin horizonte, con una composición radial con el punto de fuga justo en el centro de la fotografía, que transmite una sensación agujero negro que nos va a engullir. Otra en formato vertical que muestra la cola de una ballena y un recorrido visual en Z provocado por la nubosidad en diagonal sobre el horizonte del mar. Si la anterior transmite tensión, ésta transmite mucha calma y equilibrio. Son dos fotografías muy distintas pero que nos provocan reacciones interesantes.

Si tenéis pensado ir, la exposición estará abierta hasta mayo de 2014. No hay catálogo de la exposición, pero en la tienda está a la venta el libro de Taschen.