Esta serie ya la tenía terminada mucho antes de publicarla pero me he resistido hasta ahora sin saber porqué.
Es una visión a medio camino entre «Alma de bosque» y «Susurros de montaña», una referencia otra vez más a los paisajes de mi niñez pero más centrada en los elementos esenciales del alma de la vega: campos surcados, neblina al amanecer y alamedas.
Este paisaje se va transformando lentamente: aparecen nuevas carreteras y desaparecen poco a poco los curiosos secaderos de tabaco hechos de madera. En el pasado era curioso ver cómo éstos dominaban el paisaje de la vega, edificios singulares a pie de plantaciones de tabaco.
Además, el paisaje es dinámico, las alamedas son bosques que están ahí durante mucho tiempo y forman parte de la vista, pero luego desaparecen repentinamente y por completo, apareciendo una nueva plantación en otro lugar, algo así como en la película Dark City en la que aquellos seres llamados «los ocultos» cambian los elementos de la ciudad constantemente y sin que nadie se de cuenta de ello realmente.
Para esta serie he utilizado principalmente un teleobjetivo, para comprimir así los planos y reforzar el efecto de la neblina y recoger escenarios concretos dentro de este gran paisaje, aquel que ya Washington Irving recogía en sus «Cuentos de la Alhambra» como un paisaje relajante y fresco para descansar en un duro viaje de verano.